La práctica de yoga, por mucho que la desarrolles en clases grupales, es una de las prácticas más solitarias e íntimas que existen.
Y no tiene por qué ser una experiencia intrínsecamente relacionada con la paz mental y la calma siempre.
Es un medio y es un fin.
Hay días en los que durante la práctica la mente está en otra parte, el cuerpo molesta o duele o no puedes sostener o llegar a una postura o que no puedes respirar.
Y no pasa nada.
Es importante dejar de identificarnos con el resultado y de definir el éxito de nuestra práctica basándonos en la idea generalizada de que con determinadas posturas inverosímiles o al poner un pie en la esterilla alcanzaremos la calma mental de forma automática.
El yoga no es la solución a nada.
Pero sí nos brinda valiosas herramientas que pueden serlo.
Y es un proceso tan largo como bonito.
Todos los problemas, preocupaciones, tensiones y demás que dejas «fuera» cuando tratas de centrarte en tu práctica…es posible que sigan estando ahí cuando termines…pero también es muy posible que las veas de otro modo y las abraces de forma diferente.
Vale la pena intentarlo 🙂
Observar nuestros pensamientos, cada sensacion, cada emoción, cada mensaje que tu cuerpo quiera transmitirte…
Observar todo eso, y no hacer nada más que aprender sobre ti.
Sin juicios, con la sinceridad más extrema.
Siendo consciente de qué está pasando.
Solo tú puedes vivir la experiencia de sentirte a ti mismo, solo tú puedes tener consciencia de la calidad de tu respiración y tu conexión con ésta, solo tú puedes observar tu diálogo interno, tu cuerpo y solo tú puedes presenciar tu propia existencia.
Si bien a veces ayuda que nos guíen y acompañen, es importante tener presente esa valía de auto explorarnos y trabajar sobre la esterilla.
Disfruta ese potencial.
Feliz lunes 🍃❤