SAVASANA

Decir que una postura ‘DEBE’ con mayúsculas practicarse si o si en cada clase puede parecer dogmático,  y quien me conoce sabe que suelo huir de este tipo de imposiciones aparentes.

Pero SAVASANA importa.

Tanto, que sí, que DEBE ser incluida en cada clase y/o práctica de yoga.

Savasana, la postura del cadáver. Donde da igual lo fuerte que estés o hasta donde llegues con la pierna. Donde no importa cuántos chaturangas hayas hecho, ni si haces el pino sin pared en el medio de la sala. No necesitas bloques para hacerla, ni cinturones,  ni un outfit de marca.

Savasana requiere apertura: las palmas de las manos se colocan hacia arriba, el pecho se expande y el cuerpo se encuentra en una postura de tremenda recepción y apertura.

Y ser abierto es mucho más importante que ser flexible.

Como profesora he ido observando que practicantes muy avanzados y hábiles para algunas posturas o movimientos son muchas veces los que más luchan con la quietud. Los que se inquietan ante el silencio, en el pranayama o los que desean salir de savasana sobre todas las cosas.

Al practicar la parte ‘física’ en yoga, nuestra atención está solo presente en cada movimiento,  ajuste o acción. Todo lo demás…desaparece,  aunque sea por un instante. 

Todo está en orden, y esa sensación es maravillosa.

Pero después llega Savasana.

El silencio, acostarse y relajarse.

Y ahi empieza la fiesta. La mente no tiene tantas tareas donde centrarse y empieza a hacer todo lo que sabe para llamar tu atención y perturbar tu relajación .

Ese es el gran reto. 

Y quizá toda la parte previa de la práctica es solo una preparación para savasana.

Si con el yoga buscamos aquietar la mente y sus fluctuaciones (sut 1.2) tendremos que trabajar ese control desde la parte más accesible como puede ser en movimiento, buscando la comodidad (sut 2.46) en cada postura, hasta que controlemos la parte más sutil y compleja…la mente en quietud.

Y así tal vez, aprendiendo a aquietar nuestro cuerpo, llegue el día en que adquiramos la destreza de aquietar nuestra mente.

*Este texto lo escribí inspirada por un artículo que hace años leí en la web de Elephant Journal.