MAMÁ

Me dijo que cada vez sentía más y con más fuerza que se le escapaba el tiempo. Que lo sentía como el agua entre las manos, imposible de atrapar, fugaz y efímero.

Que podía observarlo como observas y sientes las gotas de agua caer por tu piel bajo la lluvia. Sensaciones y momentos tan especiales como impermanentes, rápidos e impasibles al paso del tiempo. .

Ojalá pudiéramos detener algunas de esas sensaciones en lugar de conformarnos con recordarlas.

Ojalá pudiéramos congelar algunos momentos para siempre.

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Daría mi vida por recoger cada gota que siente que se le escapa y volver a llevársela, para que un vaivén ininterrumpido de agua y tiempo siempre la estuviera recorriendo.

Para que además de observar el agua fluir entre sus manos, ella y yo tuviéramos la certeza de que nunca dejará de hacerlo y sintiéramos que nada se nos vuelve a escapar y que lo efímero y la impermanencia no forman parte de nuestro mundo.

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Pero entonces estaríamos creyendo que somos superiores a la Naturaleza y dejaríamos de darle el valor que tiene a la vida. Y dejaríamos de aceptar que la muerte está ahí y que tenerlo presente nos tiene que hacer sentir más vivas que nunca.

Y que hay una belleza inconmensurable en aceptar el paso del tiempo, la vida como es, la fugacidad de los momentos y lo rápido que se nos pasa el tiempo cuando aprovechamos y exprimimos cada día. .

Vive.

Baila bajo la lluvia.

Ama. Ama fuerte.

Y ensancha el alma.

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Y en lugar de tratar de atrapar las gotas de agua y de perseguir un imposible, haz de cada una de las gotas que te recorra, un momento tan único e irrepetible como es en realidad.

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Te quiero ❤